Poco es lo que se sabe y se quiere recordar de esta presentación en vivo que dieran los Suicidas en el Bosque Negro en diciembre del año 2016 como parte de una muestra de performances. A través de un contacto que decía tener uno de los organizadores sobre cierta banda que había operado por la zona de capital y la zona metropolitana de Buenos Aires entre fines de los 70s y principios de los 80s y que tenía mas de mito que de realidad sobre actuaciones caoticas de tres tipos encapuchados desgarrando instrumentos, se logró convocarlos a expensas de no saber si realmente eran los suicidas o simples impostores detrás de unas capuchas. Finalmente el sueño de los Suicidas de que cualquiera podía ser un Suicida se hacía realidad, tan solo se necesitaba una capucha.
Hacia el final del evento, sin luces y con poco público se pusieron en el centro de la escena y produjeron diez minutos únicos de repetición de máquinas y una fragil poesía luchando contra los continuos latigazos de una guitarra fuera de foco. Por un momento la audiencia creyó estar en los sotanos de los 80s donde todo era una reverberancia. Luego vendría el estado dionisiaco, el hastio, las peleas en el escenario, la locura, el desconcierto y la separación. Bastaron diez minutos que quedarón registrados de manera imperfecta por un fanático para intentar darnos cuenta de que fueron los Suicidas.
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